miércoles, 5 de noviembre de 2008

5.Encuentro en el bosque

El fraile miró aprensivamente a su alrededor. Se había detenido justo en el borde de un claro del bosque y trataba de identificar el origen de la voz. El sofoco le impedía pensar con claridad y no atinaba a localizar a su interlocutor. Además, oír palabras en latín en mitad de la selva de Zeia era desconcertante en esta tierra euskara.

Súbitamente localizo un cuerpo en posición extraña a escasos veinte metros de distancia. Cuando se concentró en la imagen, se dio cuenta de que se trataba de un animal que colgaba semidespelletado de una rama

A su lado, un hombre le apuntaba con un arco en posición de disparo.

-Confesión!

Ecayus no comprendía bien a que se refería el hombre y permaneció unos instantes sin reaccionar. El arquero disparó y la flecha se clavó profundamente con un ruido sordo a escasa distancia del rostro del fraile. Con un movimiento de cabeza Ecayus miró espantado la flecha y para cuando se volvió hacia el arquero éste se hallaba otra vez en posición de disparo. La erección desapareció súbitamente.

-Secreto de confesión, fraile!

Así que era eso. El arquero había cazado un ciervo y ese era un privilegio reservado a la nobleza, aún más en terreno del monasterio de Zeia. Si admitía el secreto de confesión, el fraile simplemente no podría hablar del asunto sopena de arder en el infierno. Ecayus decidió que se trataba de un asunto menor, que el riesgo de ser atravesado por una flecha no era del todo desdeñable y además estaba el ridículo asunto de su pene.

-De acuerdo.

El arquero destensó el arma. Se trataba de un arco de guerra, como los que Ecayus había visto utilizar a los franceses en sus entrenamientos en los aledaños de Leyre. Hechos con madera de tejo y de casi la altura de un hombre, estaban diseñados para penetrar cotas de malla y escudos livianos. A veinte metros de distancia la flecha le habría atravesado como a una hogaza de pan..

- Los ciervos son propiedad del rey Sancho, campesino. No tienes derecho a esa carne.

- No te lo discuto fraile, pero el rey me debe mucho, no soy un campesino y esto es un corzo. En todo caso estoy profundamente arrepentido.

La socarronería era evidente, pero Ecayus no quiso alargar la situación y dio media vuelta para regresar al monasterio, huyendo de una escena incomoda por segunda vez en un escaso lapso de tiempo.

-Espera fraile. Llévate esto para ayudar a mi alma.

El arquero le tendió un cuarto trasero del animal, manchando de sangre el hábito ya sucio por la carrera a través del bosque. Ecayus no supo como rechazar el presente y regresó sobre sus pasos alejándose del claro con el bulto entre sus manos.

Cuando el fraile se alejó, un fornido hombre apareció junto al arquero con un cuchillo en la mano y prosiguió su trabajo con el animal.

-Jodido fraile, debe ser el nuevo abad- dijo sin dejar de despelletar el corzo.

-Sí Toñus, no parece otro fraile simplón y borrachuzo.

En ese momento se oyeron pisadas cercanas y ambos hombres se agazaparon junto al corzo. Instantes después una persona irrumpió en el claro portando una bolsa. Era el amo de Satostegirena.

-Eh!, que hacéis? aquí traigo unos cangrejos para celebrar lo de Iluna. Son de la poza de Aingeruiturri.

-Joder con el claro secreto… parece el puente en día de molienda- masculló Toñus

Los tres amigos se rieron de buena gana.

Mientras tanto el joven fraile llegaba al edificio del refectorio, con la pierna de corzo en brazos apenas envuelta con una bardana. No había manera de pasar a la cocina sin que todos los frailes que estaban cenando le vieran, así que lo hizo a buen paso. Al ir a entrar apresuradamente a la cocina se encontró de sopetón con la cocinera que salía con el caldero de gallina. La cocinera se apartó como pudo, pero ambos coincidieron en el quicio de la puerta. El prominente trasero de la cocinera fue a encajarse con la entrepierna del fraile durante unos eternos instantes de atolladero, lo que provocó la rápida respuesta del amotinado miembro del fraile.

-Por el amor de Dios… -musitó el fraile con la pierna de corzo aún en brazos.

4 comentarios:

Unknown dijo...

ole que historia mas bonita!

Toñus? ene... los antepasados sorianos en zaia? jajaja. Es que no caigo a quien me recuerda...

David dijo...

es que no he podido evitarlo. Y el otro con los langostinos... anda que no! solo faltaba meter a la Maria controlando el meneo..

Casa Musurbil dijo...

Joé, la peña... cómo se va mejorando el estilo, ¿eh?

Así que Toñus Maximus (fijo que es romano)... falta saber el nombre de los otros dos; ¿Davitius y Erlantzio?. ¡Hay que joderse!

Ah, y a ver si le dejas escribir a Sergio (a Sergius), que le toca... que al final vas a tener un tomo de 200 capítulos y nosotros (que somos muy formales y ordenados) de 50.

Que ya sé... que se escribe cuando se quiere siempre que en tu semana publiques algo... pero es que eres demasiado productivo. Mecagüenlalecheya, en cuanto llegue a casa meto otro del Kaskakromlech que ya está casi terminado. je, je

David dijo...

Que dices mangarrán, que ya le he dejado!! que ya ha escrito!!
Sisoy mas respetuoso quepaqué...